Décima cuarta entrega de la obra ACCIÓN DEL LÍDER POLIVALENTE.
Autor. FABIO ALBERTO CORTÉS GUAVITA
Autor. FABIO ALBERTO CORTÉS GUAVITA
Es necesario dar una
mirada retrospectiva a la Utopía, con
mayúscula, pues mayúsculo es el entendimiento que el ser debe aplicar a su
pensamiento. Baste iniciar esta definición con el verso del poeta cantautor
Joan Manuel Serrat cuando reza “¡Ay!
Utopía, incorregible que no tiene
bastante con lo posible” Algún autor afirmó que no hay nada más peligroso
que convertir a una Utopía en una
fantasía, pues se le socava la esperanza, su sueño, y se le hace imposibles
generar su propio desarrollo, lo cual en otras palabras significa pasar del
sueño a la acción, hay que hacer hasta lo imposible para alcanzar ese sueño.
Si bien el término fue creado por el político y
pensador inglés canonizado como santo Tomás Moro, en su obra dada a luz publica en el año de
1515 en la ciudad de Lovaina, hoy Bélgica, esta obra originalmente escrita en
latín fue reconocido como una de las más importantes del humanismo europeo. La
palabra utopía significaba lugar que
no existe en referencia con la isla ideal descrita en su obra, la importancia
social y política de esta obra fue la concepción de un gobierno perfecto en una hermosa isla en la cual los intereses de los
individuos se someten a los de la sociedad en su conjunto, en un marco de
tolerancia religiosa, de enseñanza universal y en el cual la tierra les
pertenece a todos.
Pese a su origen la palabra se debe reinventar con una
nueva acepción y concepción, en un reto de alcanzar lo que para algunos puede
ser imposible o irrealizable. La Utopía no puede ser algo imposible de lograr, debe ser
un lugar al cual llegar, después de una larga jornada, después de recorrer
caminos espinosos, no importa cuanto se sufra pero llegar, y coronar con el
éxito la jornada inmensa de soñar la realidad, ¡pues quien sueña, tiene
esperanzas y quien tiene esperanzas está vivo!
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| Impulsores de la teología de la liberación |
Cabe señalar en el marco de las Utopías, y, en primera instancia, la Utopía de la Teología de la Liberación como punto de
encuentro entre la espiritualidad del cristianismo y la base social del
marxismo en un entender del Evangelio como la lucha en favor de los pobres, la
preocupación de Dios por la pobreza en alianza con el mensaje de Jesucristo, el
concepto de un nuevo reino y una nueva tierra para todos, para esa gran mayoría
que lucha por su propia esperanza y un marxismo preocupado por la igualdad
económica a partir de la revolución social y la conciliación de elementos en
busca de una moral que reivindique al ser como lo esencial y consecuentemente
el respeto por los derechos humanos y el derecho internacional humanitario.
Dentro de este contexto es justo realizar un paralelo entre dos
argumentaciones de la moral[1], una
por cada una de las teorías mencionadas, qué piensa el cristianismo desde la
moral, qué propone el marxismo y cual puede ser el punto de encuentro, veamos.
El ejemplo más significativo de la moral cristiana quizá se vea desde lo que
es:
“La prudencia, la templanza, la
fortaleza y la justicia, entendidas estas así: la prudencia como el saber lo
que debemos hacer, decir y evitar,
tomando consejo del que sabe y actuando sin precipitarse; la templanza
como la moderación en todos los ordenes; la fortaleza como saber sobrellevar el
sufrimiento con paciencia, sin renegar, luchando con valor contra las
dificultades; y la justicia para dar a cada cual lo que merece, recordando la
sentencia ‘dar a DIOS lo que es de DIOS y al Cesar lo que es del Cesar’ así el
hombre a través de ella encontrará su recompensa
al final de su vida terrena, allí no existe esclavitud, ni ignorancia, sólo
puede haber igualdad para todos mis hermanos. El cristianismo que han
desarrollado los discípulos ofrece al hombre unos principios morales que por
venir de Dios son imperativos, absolutos e incondicionales”
En contraste con esta posición el marxismo plantea un
mundo mejor pero en lo terreno, veamos:
“La moral vista en el contexto de la
superestructura ideológica, cumple con una función social, es decir, castiga
las relaciones de acuerdo con los intereses de la clase dominante. La moral es
clasista desde el mismo momento en que la sociedad se dividió en clases. En una
misma sociedad cohabitan diferentes morales, a cada clase corresponde una
moral. Es por ello que si no se dan unas condiciones objetivas para que exista
una moral válida para toda la sociedad, no puede existir un sistema moral
válido en el tiempo y en el espacio”.
“Ahora bien cuando
se presenta un cambio en las relaciones de producción, se requiere de una nueva
moral. El cambio que vislumbramos en este orden de ideas es el de una sociedad
socialista en la cual las relaciones no se encuentren enajenadas. Allí la
necesidad de la moral es obvia, dado que esas nuevas virtudes que conlleva la
transformación de las viejas estructuras por unas nuevas, deben contar con una
nueva moral”.
El punto de encuentro bien ha sido planteado por la teología de la
Liberación.
La Globalización social del mundo,
una Utopía de la vida, bien se puede
ver como:
“Un mundo que convive en paz, en el
cual todos sus recursos están orientados hacia el servicio común, en donde
impera una misma ley y una misma justicia y la solidaridad reina como
distintivo”[2]
La Utopía del amor de
Jesucristo quien con base en el Amor desarrolla toda su teoría cristiana, en la
búsqueda de una mejor vida más allá de la muerte, la cual solamente se logra si
se tiene la Fe suficiente. Jesús siempre pregonó a favor de los pobres y de la
justicia social con base en el amor.
“Dios, Justo y Santo exige la Justicia
social. Volver a una sociedad igualitaria y fraternal: Jer 34, 8-19. El rico es
un opresor: Is 5, 8-9; Mi 3. 9-11; Mi 2,9. La desigualdad, fuente de violencia:
Is 5,7: Ez 22, 23-25; 24, 6-8; Am 5, 7-13; Mi 2, 1-5. Las leyes injustas: Is
10, 1-2; Am 5,7”[3]
Finalmente la Utopía de SER, cada uno debe tener su propia utopía de vida y las empresas de igual manera su sueño en la VISIÓN DE FUTURO, hay que conjugar estos dos sueños en uno solo para triunfar en lo personal y en lo empresarial. Lo importante es tener en cuenta la importancia de la utopía como el reto a lograr, como esa motivación que debe guiar nuestros pasos en pos del éxito. Y entender esa utopía como un VALOR a defender, a poner en práctica y verlo como la base de la preparación para iniciar la travesía de la reinvención.
Así las cosas, se llega a un nuevo concepto, como elemento sine qua non para alcanzar la Utopía:
LA FE.
Próxima entrega "LA FE" como valor necesario para poder preparar la travesía de la reinvención
[1] CORTÉS GUAVITA, Fabio Alberto. Sí, Mataras y otros cuentos. Edición de
prueba, Gestar Editores. Bogotá, Colombia 2002
[2] LEÓN ESCOBAR, Guillermo, Conferencia
Internacional “La economía solidaria frente a los retos del Siglo XXI” Bogotá,
junio de 1995















