Editorial de la Revista SOLDEAMÉRICA
Por Fabio Alberto Cortés Guavita
Bogotá, Colombia. Marzo 30 de 2015
Está en boga hablar en los
círculos económicos y sociales de las economías criminales, ¿Qué son? ¿Dónde
están? Será verdad que son únicamente las economías mafiosas y gansteriles las
denominadas de tal manera, o será que el estado y la economía financiera
capitalista también lo son.
En primer lugar y de manera
general el mundo conoce como economía criminal al tráfico de estupefacientes,
tráfico de fauna silvestre, armas, órganos humanos, el fraude, la extorsión, el
robo y el lamentable e incalificable tráfico de personas.
Según Alfonso Elizondo: “Aunque
el origen de la economía criminal en Latinoamérica se ubica en Colombia, con
ramas en Perú y Bolivia, pronto se extendió a otros países de Sudamérica y del
Caribe, incluyendo a México en la actividad de trasiego en la ruta hacia los
Estados Unidos que es el principal consumidor. En corto tiempo establece una
nueva forma de organización productiva que transforma las tradicionales
fórmulas administrativas y crea una nueva jerarquía de gran eficacia y productividad.”
(La economía criminal global)
Continúa el experto: “En el
presente ha surgido una nueva economía global donde se esfuman las fronteras,
las soberanías nacionales y los conceptos de seguridad nacional. Este acento
transnacional del narcotráfico se caracteriza por su fácil adaptación a los
cambios, su control de la represión del Estado, la competencia con las demás
organizaciones criminales y los efectos rápidos de las fluctuaciones del
mercado. Asimismo, la economía criminal actúa con una rápida modificación de su
estructura interna, con la pronta sustitución de sus colaboradores, su veloz
interacción con otros países; con la incorporación de nuevos espacios a la red
mundial, más el establecimiento de alianzas y operaciones en diferentes regiones
y países del planeta”
http://sesgo.org/index.php/laterceracultura-30/articulos/72-la-economia-criminal-global
Hasta aquí y de acuerdo con lo
anterior no habría nada nuevo, simplemente estamos resumiendo el concepto
globalmente aceptado de la economía criminal en un solo marco de acción: el del
narcotráfico, pero la verdad es que esta tragedia va mucho más allá.
Hay “cómplices”, unas veces
encubiertos otras actuado a plena luz del día, desde el estado y desde el
modelo económico capitalista, veamos porque aseveramos esto.
Veámoslo desde lo económico y
financiero según el concepto del magistrado Jean de Maillard, “sistema
financiero y criminalidad organizada se refuerzan mutuamente”
Porque el modelo neoliberal lo
impone desde los paraísos fiscales, cuentas corrientes secretas amparan los
dineros del blanqueo, el robo y el fraude, el secreto bancario es cómplice
directo y los movimientos de capitales financieros no tienen control alguno,
menos una reglamentación mínima. En suma la connivencia entre economía criminal
y economía capitalista es evidente.
Un dialogo referido en muchos
espacios: “¿Qué quiere Rocco?” Y se responde: “Quiere más”. El gánster asiente:
“Eso es, quiero más”. El oficial pregunta de nuevo: “¿Alguna vez tendrá Rocco
bastante?” Y el gánster no le deja continuar: “Nunca tengo bastante”. Este bien
podría ser el dialogo entre los máximos representantes de la economía mundial y
los de las mafias más poderosas del planeta.
Démosle ahora una mirada desde
la Política. Detrás del vocablo “economía criminal” se esconde el verdadero
rol, crucial con certeza, del poder político que juegan no solo en su origen
sino en su permanencia, las sofisticadas formas de legalización y permisividad
están siempre sustentadas en decisiones políticas del gran establecimiento, los
lazos comunicantes entre estos poderes; políticos y mafiosos están
estrechamente vinculados por laberintos intrincados que ellos saben muy bien a
donde les conducen: al enriquecimiento.
Una sociedad como la descrita
por, Alberto AGUIRRE. Los Antioqueños. Columna de opinión “La Lengua” aparecida
en Revista Cromos de mayo 3 de 2002: “... pongan a Santo Tomás a que diga en
determinado caso en donde terminó la habilidad comercial y comenzó el engaño y
verán que se les queda pensando. Es al revés: los narcos no son causa, sino
efecto. Si en Antioquia brota la mafia, con sus capos, sus cómplices, sus
sicarios y sus socios encubiertos de la alta sociedad, es porque había allí un
pueblo carcomido por la gula, la hipocresía y la sordidez”
Esta descripción muestra como la
gente y sus líderes están carcomidos por los antivalores y fueron presa fácil,
o mejor aún, como afirma Acuña, efecto que se torna en causa fácil para
aumentar la descomposición social de nuestro país y de la contextualización de
los líderes y su acción en lo que les cabe de responsabilidad en la
conformación de la economía criminal. Una sociedad pletórica de verracos,
“vivos” y machos. Marcada por la diferencia histórica y amplia entre ricos y
pobres, además de segregada. Y, en algunos lugares, con una débil presencia de
un Estado soberano.
Retomemos de nuevo a Elizondo:
“Hay una serie de explicaciones muy frecuentes que señalan una conexión
inmediata entre la exclusión y la criminalidad. Pero esto no es del todo
consistente. Piense en Lima (Perú), segregada espacialmente. O en Bogotá, con
la misma situación pero que nunca alcanzó los niveles de violencia de
Medellín”, anotó el catedrático. Elizondo. Este concepto nos permite ampliar el
espectro hacia los otros tópicos de la economía criminal, hoy solamente tocamos
el narcotráfico, ya vendrán nuevos escritos en esta columna editorial.
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