Autor Fabio Alberto Cortés Guavita
"El sentido de pertenencia se logra cuando empoderamos a los seguidores desde los principios y valores" Fabio Alberto Cortés Guavita.
Con conciencia plena de la caricaturización que se hace del líder y de
la multiplicidad de caracterizaciones posibles, me atrevo a describir un marco
focalizado en tres aspectos centrales a saber: transformador, administrador y
sin proyecto.
He aquí, a mi juicio el sustento para afirmar que el
líder transformador se caracteriza por un rechazo tajante al pasado y a una
distinción borrosa entre la audacia y la aventura, y sin ambages hay que
reconocer que éstos cuentan con unos niveles de inteligencia superior y son
carismáticos, sujetos a una especie de ceguera situacional con un ego en ocasiones enfermizo. Son
triunfalistas, dominantes, agresivos e inagotables, no admiten errores y son
considerados desorganizadores-organizadores pero capaces de planear las mejores
estrategias.
“Paradójicamente
estos transformadores pierden la noción del tiempo y envejecen
conservadoramente por su incapacidad para acompañar la evolución del progreso
social”[1]
Ahora bien, tenemos al líder administrador, que en
un modelo agotado es continuista ante
demandas de cambio y en un modelo eficiente es capaz de administrar con
eficacia la propia dinámica del sistema. Se caracteriza por su pragmatismo y
desconfianza por las ideologías, es perseverante que hace de la direccionalidad
su empresa. Su ego es bastante desarrollado y es competitivo, quizá tan
personalista como el transformador pero sin pretender ser protagonista de la
historia, más bien busca administrar las situaciones.
Justo es decir, que prefiere encontrar el desarrollo
de los hechos y no las reglas a través de las cuales se crearon las
situaciones. En uno de los extremos de un continun
es un conductor hábil del cambio gradual seguro y perseverante en busca del
progreso social y en el otro extremo un dirigente fuera de contexto arrastrado
por las circunstancias. En ambos casos aborrece las decisiones trágicas.
Finalmente en esta taxonomía, tenemos al líder sin
proyecto social el cual espera que los
modelos dinámicos resuelvan sus problemas sin liderazgo, es el mayor
individualista que busca imponer su proyecto personal para satisfacer su ansia
de poder. Conocedor de las debilidades humanas, utilitarista del clientelismo,
ambicioso y egocéntrico, acomoda su laxa moral a las circunstancias como salida
a su pobreza intelectual y compensa sus deficiencias con astucia, viveza y
agilidad mental, así como con un gran sentido de la oportunidad.
Vale una digresión, recordemos a Marx cuando dice que:
“los hombres hacen la historia, pero no
en las circunstancias que ellos eligen” Hay líderes que quieren hacer la
revolución en épocas de prosperidad y administradores que navegan en el
gradualismo cuando el sistema está agotado en sus posibilidades de progreso. La
historia esta llena de ejemplos de líderes innovadores sin oportunidad de
innovar y situaciones declinantes que reclaman la innovación sin líderes ni
fuerzas transformadoras, pareciera que nacimos en el lugar equivocado.
Tras esta digresión, aclaremos que el liderazgo
administrador y especialmente el transformador parecen inevitables como
tractores y locomotoras en la historia arrastrando siempre las mayores
posibilidades. El sistema empresarial y organizacional requiere generar los
líderes que necesitan para cada situación a tiempo pero Líderes Polivalentes,
con valores y con espíritu creativo e innovador, que les permita ser los
artífices de la reinvención.


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