Autor. FABIO ALBERTO CORTÉS GUAVITA
Insistir y persistir en algo que, sin la lógica del devenir del mundo lo
lleva a estrellare con el muro infranqueable de la obstinación, hay que darle
valor al contexto y reexaminarlo constantemente para poder entender el proceso
de la reinvención.
Pues bien, ese contexto entonces hay que diagnosticarlo, analizarlo e
intervenirlo aplicándole nuevas estrategias, de ese hablaremos en el siguiente
capítulo al referirnos al nuevo contexto, al contexto reinventado. En este
momento vamos a enfatizar en el contexto actual, en el de ese pasado que es
necesario sacar a la luz para una reexaminación, evaluación y crítica.
¿Cuáles son las ideas que nos han llevado a la situación caótica que
vivimos, cuales son las normas que guían el accionar cotidiano y cuales los
valores que nos conducen?
Partamos de las ideas como conceptos de vida, aquello que
nos hace actuar de una determinada manera. En el caso colombiano unas ideas que poco a poco fueron
permeadas por las ideas del narcotráfico (o antes de él), del enriquecimiento
ilícito, de las coimas o prebendas. Esas ideas incubaron desde luego unos
nuevos “valores” o antivalores en el pensamiento de los líderes del país. La
“norma” fue cambiada, ahora cuando a una persona se le nombra en un cargo
oficial o privado, lo que se busca de manera inmediata es el enriquecimiento,
ya no hay respeto por la ética personal ni empresarial, se dice que todo tiene
precio, afortunadamente aún quedamos quienes a toda costa defendemos, vivimos y
morimos con nuestras ideas y valores bien cimentados, modificados seguramente
en lo que hace referencia a las prioridades y al paso del tiempo, pero
afianzados y permitiéndonos escribir sobre estos temas sin el temor de tener
“rabo de paja” como la gran mayoría.
Para
dar una idea de hasta donde ha llegado el liderazgo en este país voy a citar de
manera textual unas frases escritas por el periodista Alberto Aguirre[1] en la
Revista Cromos el día 3 de mayo de 2002 refiriéndose a los antioqueños y el
narcotráfico:
“... pongan a Santo Tomás a que diga en determinado caso
en donde terminó la habilidad comercial y comenzó el engaño y verán que se les
queda pensando. Es al revés: los narcos no son causa, sino efecto. Si en
Antioquia brota la mafia, con sus capos, sus cómplices, sus sicarios y sus
socios encubiertos de la alta sociedad, es porque había allí un pueblo
carcomido por la gula, la hipocresía y la sordidez”
Esta descripción muestra como la gente y sus líderes están carcomidos
por los antivalores y fueron presa fácil, o mejor aún, como afirma Acuña,
efecto que se torna en causa fácil para aumentar la descomposición social de
nuestro país y de la contextualización de los líderes y su acción. Es
indispensable que los líderes se reinventen para poder dar el paso necesario de
la reinvención del mundo.
[1] AGUIRRE, Alberto. Los Antioqueños.
Columna de opinión “La Lengua” aparecida en Revista Cromos de mayo 3 de 2002.
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