7. MUTUALISMO Y EXCLUSIÓN SOCIAL EN
COLOMBIA
Serie Doctrina de la ayuda mutua
Por Fabio. Alberto Cortés Guavita
Para algunos es una “nueva moda” hablar
de la exclusión social; haciendo referencia a la “nueva pobreza”. Es necesario
sacarlo de tal contexto para dimensionarlo en la realidad, la de la pobreza de
América latina, ¿exclusión de qué?
En principio veamos cuales son los
ámbitos de los cuales está excluida la gran mayoría de habitantes de nuestra
Colombia y del entorno latinoamericano. Falta de oportunidades de trabajo, el
desempleo rampante por encima del 14 % así el Estado a través de sus agencia de
estadística pontifique en sus cifras “acomodadas” y ubique en una sola bolsa
estadística a los desempleados y subempleados y pretenda confundir a la opinión
pública con el cuento de la informalidad a medias, el decir, que quien se
encuentra en un semáforo vendiendo golosinas es un nuevo empleado. Exclusión
del crédito para la gran mayoría que no puede acceder tan siquiera a una cuenta
de ahorro en la cual sus pequeños ahorros se diluyen en el pago de “servicios”
electrónicos y que el usuario pobre no usa, Excluidos de la seguridad
alimentaria.
Es necesario tener suficientemente claras
las diferencias existentes entre los conceptos: la exclusión social intenta
ampliar el marco de discusión y pasar de la consideración de la pobreza como
algo que tiene que solucionarse a partir de mecanismos como el aumento de la
renta o simplemente en un marco de instrumentos de carácter redistributivo.
El intento de la nueva concepción está
íntimamente ligado a un entender de lo relacional y que si bien la pobreza
depende de unos recursos materiales, la inclusión es más una falta de
oportunidades tanto personales, como económicas, sociales, políticas etc.
No vamos a entrar en el análisis de la
diversidad de definiciones existentes en torno a la exclusión, simplemente
pretendemos mostrar el proceso a través del cual a los pobres no se les permite
hacer parte de los bienes que satisfacen las necesidades básicas del ser humano
y se busca que éste ser sea gestor de su propio destino a través del empoderamiento,
de la comprensión de los derechos naturales para la supervivencia digna, no se
trata de resolver el problema generando subempleo y empleo mal remunerado, como
ha sido la constante en los últimos años gracias a la desrregularización
laboral y a las medidas que hacen boga en un gobierno inmerso en sus propios
desvaríos en torno a temas tan álgidos como el de pretender una seguridad a
punta de fuerza, cuando está sobradamente demostrado que el ser humano no está
dado para la represión y por el contrario siempre están en búsqueda de la
libertad.
Esa libertad debe reflejarse entonces en
la posibilidad incluyente de ser parte de la solución de sus necesidad con el
debido acompañamiento del estado, el cual a través de políticas públicas debe
reconocer ese poder del ser; empoderar no es darle poder a nadie, es reconocer
que ese poder lo tiene el ser per se.
La gran relevancia está dada por el
derechos a la participación, o lo que otros llaman la democracia participativa
real en los procesos a través del cuales se tiene control sobre las
iniciativas, decisiones y recursos que afectan a la vida social, política y
económica, evitando así el énfasis en lo individual (pobreza como patología o
enfermedad), para poner el acento en lo social.
Si exclusión es estar fuera de, hay que
luchar por la inclusión, es decir, están dentro de. Trabajo, ingreso digno,
seguridad alimentaria, ahorro y crédito, medio ambiente, comercio justo,
turismo alternativo, vivienda y todo aquello que le ha sido negado debe
conquistarse desde el empoderamiento.
Los enfoques de “comprensión" del
problema que enmarcan la salida desde la óptica asistencialista son los
principales enemigos del empoderar a los pobres ya que les coacta el derecho a
hacer parte de la solución y le engaña haciéndole creer que siempre “tiene” que
haber alguien dispuesto a solucionarle el problema del momento.
Es necesario entonces decir que las
entidades solidarias y populares que deseen aportar a una nueva realidad y al
apoyote una verdadera inclusión deberán tener en cuenta criterios planteados,
en esta ocasión por esos documentos que nos envían nuestros amigos y que muchas
veces no tienen autor y por tanto no podemos agradecer su valor; de allí
tomamos los siguientes conceptos de lo que debe ser Buenas Prácticas para la
Inclusión y lo que, en mi entender deben ser los puntos a tener en cuenta en la
realización de proyectos que busquen coadyuvar la inclusión de los pobres en
cualesquiera de los países de nuestra América Latina, veamos cuales son eso
puntos:
El concepto de buenas prácticas se
utiliza en una amplia variedad de contextos para referirse a las formas óptimas
de ejecutar un proceso, que pueden servir de modelo para otras organizaciones.
La búsqueda de buenas prácticas se
relaciona directamente con los actuales planteamientos sobre los criterios de
calidad de la intervención social, que abarcan no sólo la gestión y los
procedimientos, sino fundamentalmente la satisfacción de las necesidades de las
personas afectadas, la superación de su problemática de exclusión social.
Es bastante frecuente que existan
barreras o dificultades para la detección y transferencia de buenas prácticas
entre organizaciones. Estos problemas pueden deberse al desconocimiento, a la
falta de sistematización del saber, a la desconfianza en la información o
simplemente a la consideración de que estas transferencias carecen de utilidad.
Para vencer estos prejuicios u
obstáculos, es necesario contar con un vocabulario común y coherente para
todos, que permita expresar y compartir los procesos experimentados. Pero,
fundamentalmente, las prácticas tienen que poder demostrarse; es necesario que
se reúna la información en los “recipientes” adecuados para conseguir su
utilización.
De ahí se deriva la preocupación por
establecer criterios comunes para la detección y selección de buenas prácticas.
CRITERIOS PARA LA DETECCIÓN Y SELECCIÓN
DE BUENAS PRÁCTICAS EN LA INCLUSIÓN SOCIAL
1. Produce un impacto social positivo,
medible y prolongado en el tiempo.
2. Su impacto da lugar a cambios en el
marco legislativo.
3. Da lugar a la participación de las
propias personas afectadas.
4. Promueve habilidades y capacidades de
los participantes.
5. Da lugar a la creación y el
fortalecimiento de vínculos comunitarios.
6. Favorece la participación de
voluntarios en el proyecto.
7. Se ha tenido en cuenta la perspectiva
de género.
8. Reduce los factores de vulnerabilidad
derivados de la situación de género.
9. Da lugar al cuestionamiento de
enfoques tradicionales de intervención frente a la exclusión social y las
salidas posibles.
10. Promueve la Independencia de
criterios y orientación del proyecto con respecto a las fuentes de financiación.
11. Estimula la Innovación y optimización
en el aprovechamiento de los recursos.
12. Hace primar los objetivos
cualitativos sobre los cuantitativos.
13. Plantea un enfoque multidimensional
y/o interdisciplinario.
14. Diseña respuestas específicas para
necesidades particulares.
15. Aprovecha eficazmente los recursos
existentes.
16. Evalúa el impacto de su intervención
sobre los beneficiarios a largo plazo
17. Dispone de mecanismos que aseguran la
estabilidad de proyectos en marcha así como su financiación.
18. La acción, iniciativa o proyecto o
algunos de sus elementos, sirven como modelo para otras organizaciones.
19. Promueve la implicación al máximo de
agentes (departamentos, áreas, entidades, instituciones, etc.)
20. Lleva a cabo una gestión clara y
transparente de los recursos en general.
Y en este contexto: ¿Cuál es el rol del
mutualismo y su “dirigencia”?
¿Por qué no se aplican los criterios
doctrinales de ayuda mutua en búsqueda de
las alternativas de solución que se pueden brindar desde este sector de la economía
solidaria?
Es hora de salir de los cocteles y celebraciones
“cerradas” de unos pocos que se auto determinan dirigentes del mutualismo
colombiano, para estar al servicio de las
grandes mayorías empobrecidas y excluidas de TODO en Colombia.

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