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| Fabio Alberto Cortés Guavita * |
Septiembre de 2012. Bogotá
y Colombia se preparan para dar la más calurosa bienvenida a los amigos de la
economía solidaria y popular de todos los países que deseen acompañar el Foro
Internacional “Evolución e Importancia de la Mutualidad en América Latina y El
Caribe”
Con
especial entusiasmo han venido confirmando su participación líderes del sector solidario y mutualista al evento que
se realizará los días 1 y 2 de noviembre de 2012 en Bogotá. Dirigentes de
Argentina, Perú, Brasil, El Salvador y Colombia han sido los primeros en
confirmar su participación con ponencias en los diferentes Paneles del foro.
No ha
sido fácil
conseguir
que este evento salga avante sin ayuda oficial o gubernamental, pues en
Colombia la Economía Solidaria no se ve como alternativa de los sectores menos favorecidos,
al
contario se “utiliza” para sacar avante algunas propuestas
del
estado y cuando ya han satisfecho las “necesidades” se les
asigna alguna tarea y se
cercenan nuestros
derechos
a través de la legislación. Veamos algunos antecedentes
y el futuro cercano de la mutualidad en Colombia.
No
es grato recordar como en los años 90 para ver un ejemplo,
las esperanzas de los cooperativistas y mutualistas que veían en el presidente
de tuno, Señor Ernesto Samper Pizano, por haber sido el promotor años atrás de
la ley 79 por medio de la cual por
primera vez en Colombia se veían algunos visos de interés y se tenia un
instrumento importante para darle orden al sector.
Si
embargo ante la crisis de los 90 cuando el sector financiero en general se vio
abocado a enfrentar sus propios errores, de manera desmedida se anunciaron
hecatombes para este sector. Entonces el gobierno acudió en ayuda del sector
financiero capitalista y extendió un gran paraguas a su favor, mediante el
apoyo directo con dineros destinados a su salvación.
Otra
cosa ocurrió con el cooperativismo de ahorro y crédito, fundamentalmente cuando
se dio la orden a todos los entes territoriales, regionales y municipales de
retirar sus dineros de las cooperativas y provocar con ello el pánico
económico, que empujó a los asociados a retirar sus recursos económicos de las
cooperativas..
No
vamos a decir que esa sea la única causa de la crisis, desde luego que no, pero
si fue el puntillazo final. El propio sector cooperativo se olvido de sus
principios y doctrina e inicio una carrera, una competencia, a ver quien o cual
de las cooperativas se parecía más al sector financiero tradicional olvidando
su esencia solidaria. No en vano dos de los tres Bancos cooperativos de la
época era dirigidos por personas totalmente ajenas al sector, extractadas del
sector financiero tradicional; y no en vano el único banco cooperativo que
logro superar la crisis después de mucho años fue aquel que contaba en su
dirección con cooperativista de vasta experiencia.
La
corrupción no fue ajena a esta debacle, hubo personas inescrupulosas como los
directivos de una conocida cooperativa de Fusagasugá, cerca de la capital de la
República que sin vacilar recibieron dineros del narcotráfico y cayeron en su
propia trampa, se perdieron los aportes de cerca de quince mil asociados y
algunos de sus directivos terminaron en la cárcel. Obviamente
no fue la única cooperativa que entró en bancarrota por la corrupción de sus directivos,
es solo un ejemplo.
Y
quedo todo servido para que el legislador entrará a operar y sacará una nueva
ley que al decir de sus propulsores sanearía el sector
y defendería los intereses de los asociados, anunciando que nunca más volverían
a ocurrir hechos semejantes y la verdad es que hicieron una ley a la medida del
sector financiero capitalista poniendo unos topes de capital para crear
cooperativas de ahorro que lograron su objetivo: no volvieron a crearse
cooperativas de ahorro y crédito por cuanto los sectores pobres no cuentan con
los capitales que exigen las normas para poder crear una entidad que ayude
realmente a los mas
desprotegidos.
Quedo
un vacío gigantesco en los sectores populares el cual bien pudo ser llenado por
las Asociaciones Mutualistas que no quedaron cobijadas con las normas de aquel
momento, y no por que el gobierno o el legislativo así lo quisieran, no,
simplemente por la ignorancia de estos entes del estado que ni
siquiera saben que es una asociación mutual
El
trabajo sería para la “dirigencia mutualista” enquistada
desde la provincia y algunos elementos en Bogotá: ¿Qué hicieron?,
Absolutamente
nada, por estar empeñados en las luchas
intestinas y los odios viscerales hacia todo aquello que no fueran ellos
mismos. Se sentaron a pontificar y pasaron los años de reunión en reunión,
en auto homenajes y cocteles y así llegamos ahora a enfrentar un
proyecto de ley que busca la implementación de
las Normas
Internacionales de Información Financiera (NIIF) hechas
a la medida del capitalismo salvaje y el neoliberalismo. Con unas implicaciones
aún impredecibles para el sector
solidario y quien dice algo? Silencio en la noche… silencio en las almas (de los
dirigentes)
Nos
atrevemos a dar un pronostico para el mutualismo de
ahorro y crédito en Colombia. Si se
pretende que cumplan con las nuevas normas
tendrá el sector que poner
grades capitales para poder funcionar.
¿De dónde?, Ya no se
reportará a la Supersolidaria como entidad que vigila
al sector de la economía solidaria en Colombia,
ahora
se estará bajo la vigilancia de la Suerfinanciera con normas hechas para los bancos
y
el gran capital financiero. Este si será el golpe mortal, el definitivo para
las mutuales y ¿Qué harán entonces?: Fácil
de predecir; volver la informalidad y llevar los fondos de ahorro y sus
créditos por fuera de la mutual en las cuentas de los directivos, sin control alguno;
pero
al fin y al cabo tratando de prestar un servicio a sus asociados, ese que ni la
legislación neoliberal ni la propia dirigencia
enceguecida desde sus omnímodos puestos de representación nacional e internacional
ven. Seguirán disfrutando de las mieles
del
poder.
¿Cuál poder? El de las migajas que les tiran a la cara como
a cualquier menesteroso.


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